De silenciar la casa cuando me siento a escribir (creo que
esto ya lo dije alguna vez) , entrecruzar las piernas y dejarlas descansar; de
ese trabajo duro de sostener mi cuerpo con mi manía intensa de esquivarle el
bulto a las sillas incluso cuando los talones me piden un break.
Hacerte un hueco en mi alma para no evadirte, eso no. Jamás,
mientras tu alma incandescente acalore rincones de este cuerpo que humedece con
los encierros.
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