miércoles, 23 de octubre de 2019

Perla y Cucurucha por la Avenida San Martín.

Suele el sol de mediodía comerme el coco. Pisar la banana para armarme una merienda. Pelando peras, descascarando huevos, cortando maleza, rascando carroña, sacando el verdín de la pileta. 

No hay pájaros esta primavera. 

Sospecho que las lucias se reúnen en club y ni siquiera mi nombre empieza consonante, soy aguda ni boluda, mi nombre es ambulante cuando quiera me pongo campante y en cualquier club juego de visitante. 

Pasa que de estrellas soy una gran aficionada y no me siento a leer sobre el cosmos pero puedo acampar la noche entera con tal de dormir estrellada de brillo en la retina. No me importa el porqué, siempre fue así; jugaba a contar cuentos o inventar historias o sacar pretextos sobre el maravilloso esparcimiento de las estrellas con tal de justificar el momento. 

Ahora bien sabido que a cualquier cuerdo se lo come el olvido y ni aunque fuera debido el porvenir de una demencia pediría clemencia, gritaría en urgencia, declararía una guerra con total libertad de amarse hasta la mierda y pedir por mi perra. Que mi abuela la tenga en la gloria y la saque a pasear con corona de novia.

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